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Antonio Téllez.militante de FIJL.

Téllez, el hombre que nos enseñó que algunos nunca claudicaron

Ha muerto Antonio Téllez, uno de los hombres más destacados de entre la generación de alevines que hizo la guerra junto al movimiento libertario. Téllez ha fallecido en Perpignan, la localidad limítrofe francesa en donde radicó desde su forzado exilio en el país vecino, y que tanto sabe de intentos y proyectos de aquellos anarquistas para derribar a Franco y acabar con su régimen de opresión. Antonio Téllez, junto a personas como Octavio Alberola, Pons Prades y otros, constituyen esa saga-legado de resistentes libertarios que nos enseñaron en la practica y en sus investigaciones que hubo gente que nunca claudicó. Y que, en buena medida, gracias a su esforzado, silencioso y a menudo expuesto trabajo de zapa contra la dictadura hoy podemos hablar con más propiedad de recuperación de la memoria histórica. Ellos nos mostraron el camino.

Antonio Téllez Solá había nacido en 1921 en Tarragona y tenía apenas 16 años cuando se involucró en la lucha contra el fascismo. Enrolado en el Ejército Republicano, combatió en diferentes frentes de guerra hasta febrero de 1939, en que junto a otros miles de luchadores antifranquistas se vio obligado a cruzar la frontera francesa. Con sólo 18 años, en el vigor de una juventud forjada en el ejemplo del esfuerzo y la abnegación visto en los campos de batalla, sufrió la política aplicada por las autoridades galas sobre los vencidos, yendo a parar a uno de los muchos campos de concentración abiertos para "acoger" al pueblo que durante tres años había tenido en jaque al nazifascismo.

Ya en suelo francés, y ante el inminente avance de las tropas aliadas, se incorporó con otros notorios miembros del Movimiento Libertario, como Cipriano Mera o Juanel, a la resistencia, asistiendo a la liberación de Rodez. En octubre de 1944, tras verificarse el gran revés de las divisiones alemanas en la campaña de Rusia, Téllez participa en la incursión guerrillera realizada por el Valle de Arán, una de las primeras acciones del maquis republicano contra el régimen de Franco, que señalaría el camino para posteriores acciones de guerrillas y golpes de mano en el interior.

Consolidado el franquismo gracias a la ayuda de las "democracias occidentales" que pusieron precio al olvido de su asistencia al régimen nazi, Antonio Téllez, como un Herodoto del maquis español, dedicó gran parte de su tiempo y de sus energías a rescatar del cerril olvido la vida y los afanes de aquellos hombres que, con todo ya perdido tras la victoria del nacionalcatolicismo, nunca se dieron por vencidos ni se resignaron. Así, mientras se ganaba el sustento trabajando como periodista en la agencia France Presse, en el temprano 1954 comenzó a escribir sus luego famosos relatos sobre la guerrilla urbana y la epopeya de figuras amigas como Quico Sabaté, Facerías o Ponzán, aparte de animar, ayudar y fomentar cualquiera idea potable para desenmascarar al criminal régimen.

Sus primeras obras encontraron la ayuda inestimable de la Editorial Ruedo Ibérico, cuando José Martínez, antiguo militante como el joven Téllez de las Juventudes Libertarias, oficiaba como máximo responsable de sus colecciones imponiéndose sobre otras opciones más sesgadas hacia el marxismo. Allí publicó en 1973 su libro "La guerrilla urbana.1: Facerías", al que siguieron, ya con diferentes sellos, "Sabaté. Guerrilla Urbana en España (1945-1960)", "La red de evasión del grupo Ponzán. Anarquistas en la guerra secreta contra el franquismo y el nazismo (1936-1944)", "Historia de un atentado aéreo contra el general Franco", "Apuntes sobre Antonio García Lamolla y otros andares", "El MIL y Puig Antich", y otros muchos títulos más que fueron traducidos y editados en Francia, Grecia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, y que constituyeron la primera noticia de primera mano sobre la resistencia antifranquista. Aparte, la pasión divulgativa de Téllez y su contumaz militancia en las ideas libertarias le llevó a colaborar con numerosas publicaciones afines como "Atalaya", fundada por él junto a otros militantes anarcosindicalistas, "Ruta", "Solidaridad Obrera" o la más reciente "Historia Libertaría", en donde aportó nuevos testimonios sobre el poco conocido maquis anarquista asturiano.

De sus textos y de su trayectoria se infieren dos obsesiones éticas, la de la verdad histórica en proximidad y el debate sobre la legítima defensa como estatuto de dignidad, que reflejó en el prólogo de algunos de sus libros. Así, en el "Sabaté" hace suyas las palabras de Errico Malatesta cuando afirma que "no es violento el que recurre al arma homicida contra el usurpador armado que atenta a su vida, su libertad, a su pan; el asesino es el que pone a otros en la terrible necesidad de matar o morir". Y respecto a la memoria, escribiría a "Propósito" de "Facerias", en línea con las palabras de Eduardo de Guzmán sobre que los vencedores no sólo lo son por vencer sino sobre todo por escribir la historia: "La historia la escribirán mañana especialistas que estuvieron muy lejos de los hechos y de los hombres, darán interpretaciones y formularan juicios aplastantes. Nosotros hablamos aquí de los protagonistas que estarán ausentes en todas las historias todavía por escribir".

Antonio Téllez Solá, un anarquista que nos enseño que algunos murieron con las botas puestas.



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Antonio Téllez, un historiador al servicio de los olvidados

[articulo de Manuel Ballarín Aured, publicado en www.rojoynegro.info]

Antonio Téllez, el veterano y comprometido historiador libertario, ha fallecido recientemente en Perpiñán, a los 84 años de edad. Aunque las solapas y las contraportadas de los numerosos libros publicados por Téllez ofrecen unos breves apuntes de su biografía y de su producción historiográfica, y este mismo medio ha recogido alguna sentida nota necrológica donde se esbozan retazos de su azarosa vida, me permito ofrecer una semblanza algo más extensa del historiador catalán, obtenida a partir de las conversaciones que un grupo de aragoneses interesados en publicar su trabajo inédito sobre el guerrillero cenetista Agustín Remiro, mantuvimos en Perpiñán el 4 de junio de 2004.

Antonio Téllez Solá nació el 18 de enero de 1921 en Tarragona. Tras estudiar hasta primero de bachiller, en enero de 1936 comenzó a trabajar como aprendiz de carpintero y a militar en las Juventudes Libertarias de dicha capital.

La sublevación militar de julio de 1936 le sorprendió en Lérida, donde intentó incorporarse a la columna de "Los Aguiluchos", pero fue rechazado debido a su corta edad. El 19 de enero de 1939, en plena ofensiva franquista en Cataluña, fue llamado a filas con su quinta. Ante el derrumbe del Ejército Republicano pasó la frontera de Francia el 10 de febrero de 1939 y, como tantos otros miles de exiliados españoles, fue internado en el campo de concentración de Prats de Molló y, posteriormente, el 19 de enero de 1939, en el de Septfonds.

Antonio Téllez consiguió la libertad el 13 de febrero de 1940. Lo hizo de la única forma posible en aquel momento: a través de un contrato de trabajo, como obrero de la fábrica de pólvora de Lannemezan, que en esos momentos se encontraba en plena producción para satisfacer las necesidades bélicas francesas en su guerra contra la Alemania nazi.

Tras la derrota de Francia y la firma del armisticio, Antonio Téllez fue detenido por las fuerzas de seguridad francesas al servicio del gobierno colaboracionista de Vichy e ingresado nuevamente en un campo de concentración del que se fugaría dos meses después. En ese período de clandestinidad, Téllez se ganó la vida trabajando como jornalero en una granja. Pocos meses después, el día 9 de octubre de 1940, fue nuevamente detenido por la Gendarmería y recluido en el tristemente famoso campo de concentración de Argelès-sur-mer.

Como es sabido, el gobierno de Vichy se aprovechó del desamparo de los exiliados españoles y los utilizó, enrolados en Compañías de Trabajadores, como mano de obra barata para colaborar en el esfuerzo bélico alemán. A pesar de las durísimas condiciones del campo de concentración, Téllez se negó a formar parte de dichas compañías y, para evitar ser enrolado en ellas, llegó a ocultarse en las barracas destinadas a los enfermos de tuberculosis y de sarna. Finalmente, al no ver otra salida, optó por apuntarse en una compañía de trabajadores libres, recibiendo a cambio un "sueldo" diario de cincuenta céntimos de franco y cuatro paquetes de cigarrillos. Téllez comenzó a trabajar el 1 de marzo de 1941 en las obras de acondicionamiento del cuartel de la G.R.S. de Mende, la capital del departamento de la Lozère.

En el transcurso de estas obras se registró una protesta general de los obreros a causa del bajo salario que percibían. Como contestación, los funcionarios del gobierno les facilitaron un "formulario oficial" para presentar la reclamación ante el Ministerio del Interior. Ante esta medida disuasiva, todos los obreros, salvo Antonio Téllez, reconsideraron su actitud. Como represalia, Téllez, que había sido llamado a Jefatura y acusado de alborotador, fue enviado el 19 de febrero de 1943 a un duro destino: la mina de antimonio de Le Collet de Dèze (Lozère).

En su nuevo destino volvería a protagonizar otro acto de rebeldía al tomarse un día de permiso sin autorización. Esta acción, que Téllez consideraba de plena justicia, fue castigada con el descuento de tres días del jornal. Después de reclamar sin éxito, fue denunciado a los alemanes por el ingeniero responsable de la mina, con quien había tenido algo más que palabras. Sorprendentemente, los oficiales alemanes, que habían combatido en la guerra civil española y admiraban el temple de los soldados republicanos, le apoyaron en su reivindicación ante la dirección de la mina y presionaron a ésta para que atendiera sus peticiones.

Tras trabajar en varias obras de fortificaciones (en el puerto de Sète, en Agde, y en el Hospital de Convalecientes de Guerra de St. Affrique, en Aveyron), en marzo de 1944 recibió la orden de presentarse en Rodès, localidad próxima a Perpiñán, para ser conducido a Alemania a trabajar en el S.T.O. (Servicio de Trabajo Obligatorio). Téllez, que debía incorporarse el 17 de marzo de 1944, provisto de una manta y un plato, decidió huir. El 25 de mayo de 1944 llegó a La Cavallerie (Aveyron), donde se encontraba un centro de Transmisiones. Allí entró en contacto con resistentes que habían formado una red de evasión de prisioneros de guerra soviéticos y colaboró con ellos hasta que se produjo la detención del responsable de la red.

Posteriormente, un hecho fortuito le permitió contactar con un grupo armado del maquis, en el que reconoció a unos antiguos compañeros de trabajo de Agde. Téllez se incorporó al grupo con el apodo de "Tarra" (abreviatura de su ciudad de natal) e intervino en el ataque al Pont de Salar (Aveyron), el 9 de agosto de 1944, y, en la liberación de -entre otras poblaciones- Rodès, el 10 de septiembre de 1944.

Poco después llegó la orden para la iniciar la operación "reconquista de España", organizada por la Unión Nacional Española (UNE) y el Partido Comunista. Como preparación a las operaciones de liberación de La Vall d’Arán, el 16 de octubre de 1944, Téllez (al que se le había asignado el empleo de teniente), acompañado por una sección de ocho hombres, pasó la frontera para explorar las vías de acceso y reconocer el terreno. El 19 de octubre, este grupo, tras pernoctar en una mina abandonada en espera del resto de la unidad, se aproximó a la localidad leridana de Salardú, donde les estaban esperando fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército. El factor sorpresa todavía quedó más disipado a causa de un disparo accidental de un miembro de su unidad. A pesar de ello, el grupo mantuvo durante ocho horas un intenso tiroteo en las afueras de la localidad. Finalmente, los guerrilleros se retiraron al observar cómo se acercaban varios camiones con soldados de refuerzo.

Los guerrilleros del maquis, a pesar de que contaban con una buena dotación de armas ligeras (pistolas, subfusiles, fusiles y fusiles ametralladores), carecían por el contrario de víveres, equipos de comunicaciones, mapas o brújulas, así como de prendas de abrigo y calzado adecuados para la estación. Una fuerte ventisca contribuyó a agravar todavía más la precaria situación y obligó a la unidad de Antonio Téllez a retirarse la mina abandonada. Poco después volvieron a pasar la frontera y llegaron a un albergue de St. Girons (Ariege), situado a pocos kilómetros de la misma. Según Téllez, tenían los pies y la moral destrozados.

Después de este frustrado intento, el comité de la UNE ordenó a Téllez que se dirigiera a sus 37 camaradas de la CNT para animarles a que volvieran de nuevo a la lucha. Téllez, que habló con ellos solamente a título personal, se negó a seguir luchando al comprobar la -en su opinión- desastrosa organización de la operación y la inutilidad de los esfuerzos. El episodio se saldó con el abandono de Téllez y de sus camaradas cenetistas de la unidad guerrillera y con la formación del consiguiente consejo de guerra por deserción, a cargo del Estado Mayor de la UNE.

A partir de ese momento, Téllez trabajó en diversos y numerosos empleos, militó activamente en la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias y colaboró en la revista Ruta, de esta organización, y en Solidaridad Obrera, órgano de expresión de la CNT.

Ya en 1946, Antonio Téllez realizó un descabellado intento de enlazar con el maquis en Asturias y Santander, provisto de documentación falsa y un kilométrico de la RENFE, y "armado" de... una cámara de cine de 8 mm. Después del asesinato de su amigo José Lluis Facerías (el 30 de agosto de 1957, en Barcelona), fundó con otros compañeros la revista Atalaya y trabajó como periodista en la agencia France Press. En 1961, poco después del asesinato de otro de sus amigos, el guerrillero Francisco Sabaté (marzo de 1960), abandonó toda militancia organizativa y se consagró a escribir la historia de algunos miembros de los grupos de acción anarquistas (de los olvidados a los que aludíamos en el título de esta semblanza) y a colaborar en la prensa libertaria.

Sus principales obras (que han sido objeto de diferentes reediciones, de traducción en diferentes idiomas y de publicación, además de en España, en países como Italia, Reino Unido, Francia o Grecia) son: La guerrilla urbana: Facerías, París, Ruedo Ibérico, 1974; Sabaté. Guerrilla urbana en España (1945-1960), Barcelona, Plaza & Janés, 1978; Historia de un atentado aéreo contra el general Franco, Barcelona, Virus, 1993; El MIL y Puig Antich, Barcelona, Virus, 1994; y La red de evasión del Grupo Ponzán. Anarquistas en la guerra secreta contra el franquismo y el nazismo (1936-1944), Barcelona, Virus, 1996.

Poco antes de morir, Téllez, a través de una carta, me señalaba que había padecido una embolia pulmonar y que había estado hospitalizado varias semanas, pero que, desde el 26 de febrero, se encontraba reponiéndose en su hogar de la rue des Cigales de Perpiñán. Le inquietaba la tardanza en la edición del libro sobre Remiro. Su tono premioso -"no creo que sea preciso rivalizar con el tiempo que necesitaban los constructores de pirámides faraónicas", me decía en su carta- denotaba una innegable preocupación por el estado de su salud. Desafortunadamente, los peores augurios se han cumplido. Téllez no llegará a tiempo par ver editada una obra a la que había dedicado mucho interés y mucho tiempo: la aludida biografía del guerrillero aragonés Agustín Remiro, destacado miembro de la red Pat O’Leary (la famosa cadena de evasión dirigida por Paco Ponzán). Este libro póstumo, en el que el destacado pintor aragonés Natalio Bayo se encarga de la portada; José Luis Hernández, de las notas; y el autor de estas líneas, del prólogo, vera la luz, previsiblemente, antes de que finalice este año, editado por la Diputación Provincial de Zaragoza y el Ayuntamiento de Épila. Aunque, en principio, el propósito de la edición (que iba a ir acompañada de un ciclo de conferencias) pretendía conmemorar el centenario de Remiro, desdichadamente también servirá como homenaje póstumo a su autor.

Manuel Ballarín Aured,- Fundación de Investigaciones Marxistas



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’IN MEMORIAM’

Antoni Téllez, guerriller
de la memòria

FERRAN AISA

N o fa gaire temps en aquestes mateixes pàgines parlaven de la reedició del llibre Facerias, la biografia del mític guerriller llibertari. Ara, malauradament, hem de parlar de la desaparició del seu autor, Antoni Téllez Solà, en el seu exili del sud de França, molt a prop de Tolosa de Llenguadoc.
Téllez, nascut a Tarragona l’any 1921, va fer de la seva vida una lluita per la llibertat. Home solidari i íntegre, va dedicar gran part de la seva vida a la recerca i la recuperació de la memòria històrica, sobretot d’aquella història més amagada i silenciada, tant pel franquisme, com per tots els poders autoritaris. Téllez, amb només setze anys, va participar en la Guerra Civil i, posteriorment, el 1939, es va exiliar a França, conjuntament amb la gran riuada de derrotats que fugien de les urpes del feixisme. Va estar internat en els camps de concentració i de treball francesos. Durant la Segona Guerra Mundial va participar activament en la Resistència francesa i va prendre part en l’alliberament de Rodez, així com en l’assalt i el combat de la Vall d’Aran del 1944. En el seu exili francès va militar a la Federació Ibèrica de Joventuts Llibertàries, i va ser un dels redactors i col·laboradors de les publicacions de l’exili Ruta (FIJL) i Solidaridad Obrera (CNT). Des de França, va col·laborar estretament amb les guerrilles llibertàries de Quico Sabaté i Josep Lluís Facerias. El 1957 va fundar amb altres companys la revista Atalaya, mentre es guanyava la vida com a periodista de l’agència France Presse. Després de la mort en acció dels seus amics Facerias (agost del 1957) i Quico Sabaté (març del 1960), Téllez va abandonar la militància organitzativa i es va consagrar definitivament a escriure.
La seva idea de contribuir a fer que aquesta sorda i ignorada lluita de la resistència àcrata contra la dictadura no fos obviada ni oblidada el va empènyer a agafar la ploma i a començar la tasca d’historiador en el llunyà 1961. Malgrat tots els entrebancs que va trobar pel camí va sortir-se’n i el 1972 publicava, gràcies a l’ajuda del grup editorial La Hormiga, formada per llibertaris espanyols a l’exili, el seu primer llibre, La guerrilla urbana en España. Sabaté. Aquest llibre ha estat reeditat per Plaza & Janés (1978) i per Virus Editorial (1992). El 1974, l’emblemàtica editorial de Pepe Martínez, Ruedo Ibérico, li publicava la seva nova aportació sobre les guerrilles àcrates. Aquesta vegada era sobre la figura de Facerias, llibre que ha estat recentment reeditat també per Virus.
La seva idea d’escriure la història de la resistència llibertària contra el franquisme va ser fructífera i, a Barcelona, va trobar-ne ressò a l’editorial Virus, que ha anat publicant els seus darrers textos: Historia de un atentado contra el general Franco (1993), El MIL i Puig Antich (1994) i La red de evasión del grupo Ponzán. Anarquistas en la guerra secreta contra el nazismo y el franquismo, 1936-1944 (1996).
Després d’haver viscut un temps a Barcelona, a finals dels 90 tornà al seu exili francès, des d’on va continuar la tasca de recerca. Des de França col·laborà sempre amb els estudiosos de les guerrilles i continuà fidel als ideals llibertaris a través d’escrits en publicacions com Polémica. Entre els seus treballs també destaquen uns apunts biogràfics de l’artista avantguardista García Lamolla. Una de les seves darreres col·laboracions va ser a la pel·lícula de Carles Balagué La Casita Blanca, en la qual relata una de les accions més conegudes del seu amic Josep Lluís Facerias: l’assalt al popular meublé.
Téllez va intentar amb la seva aportació, i crec que ho va aconseguir, desmitificar aquells lluitadors que, en paraules seves, "no van ser ni herois ni màrtirs", però que cal no oblidar, perquè el seu sacrifici no sigui en va.
Antoni Téllez, amb els seus treballs sobre les guerrilles urbanes, no únicament ha posat llum a la lluita dels llibertaris contra la dictadura franquista, sinó que ha recercat des de dins del moviment llibertari els grups d’acció, sense oblidar-se dels somnis de llibertat i dels afanys de cultura d’aquella generació, dels homes i dones que van lluitar pels seus ideals però també per tornar-nos la llibertat i la dignitat.
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